Trabajar en un periódico tiene la desventaja de que las vacaciones son condicionadas o hasta sorteadas; en Semana Santa a veces trabajábamos a inicios de semana o los últimos días. El caso es que mi familia estaba sujeta a mi suerte. En ocasiones se adelantaban en el viaje y yo los alcanzaba en mi descanso.
Con la muerte de mi má las cosas cambiaron, sí voy a Obregón, pero no tan seguido, ni a quedarme varios días, siempre es “de pasadita”; es increíble cómo cambian las cosas. Por aquellas fechas y con las vacaciones con las que cuento ahora, yo estaría feliz.
Hoy vacacioné en la ciudad, visité dos plazas comerciales en un mismo día…mucho para mí.
La primera parte fue con una amiga, con quien comí, disfruté una nieve de yogurt, y visité las tiendas; una salida de esas, ya saben, de mujeres, con la simple idea de platicar, pasarla bien, hasta me compré unos zapatos muy lindos. Y aunque ella y yo trabajamos juntas, procuramos no hablar mucho de los detalles de la oficina...¡son vacaciones!
Lo más curioso —dentro del drama real— es que nos veíamos medio cómicas juntas, porque yo traigo una férula a causa de un esguince en mi mano derecha, y ella trae un collarín a causa de un choque reciente. Y para comer (en plaza Galerías) ella se quitó su aditamento terapéutico y yo el mío y ambos quedaron junto a nuestras respectivas bolsas.
La segunda parte de mis vacaciones del día de hoy fue con mi familia, todos fuimos a “Sendero”, nos gusta ir ahí porque Santiago aún disfruta mucho andar montado en un carrito del súper, y en esa plaza podemos recorrer todos los pasillo con este muchachito sentado y volteando para todas partes.
Lo más provechoso es que regresé con un marido diferente, bueno, no otro, sino cambiado. Joaquín está estrenando lentes de contacto y aunque lo he visto muchas, muchas veces sin anteojos, que anduviera sin ellos recorriendo la plaza, manejando, incluso ahorita en casa, se me hace raro, je. Pero ya me acostumbraré.
Mmm, yo también quiero dejar de usar lentes con armazón, pero ya lo intenté una vez con los de contacto y tardaron como media hora en la óptica para ponérmelos y luego Joaquín tardó otro buen tiempo en la casa para quitármelos, me quedé traumada y nunca más, a pesar de que fueron graduados para mí y los tenía aquí, volví a usarlos; me desespera mucho que algo extraño toque mis pupilas, creo que mi única alternativa es operarme…nomás me hace falta el dinero.
Pero lo que más deseo ahora es un masaje de pies y tengo tres opciones: me lo doy solita, pero me va a doler la mano, además, así no trae chiste; le digo a Andrea que lo haga…pero de seguro me va a cobrar; o espero que Joaquín deje de trabajar para que se apiade de mí. A ver qué pasa.