viernes, 29 de abril de 2011

Ni méndiga ni mendiga


Estoy enojada.

Sí, me molestó mucho algo que consideré injusto y - ahora sí- no dudé en señalarlo. Honestamente después me sorprendí, y aunque nunca llegué a ser grosera, expresé mi molestia y creo que la persona con la que lo hice nunca lo esperó de mí.

Hace tiempo un ser querido me dijo que procurara sacar mi enojo, mi coraje, porque me veía muy seria, hasta me comentó que parecía que nunca me molestaba. Yo le aclaré: “Claro que me enojo, también grito de vez en cuando y me quejo”. Supongo que no me creyó, pero soy algo méndiga de vez en cuando.

Admito que a veces peco de prudente, -eso también me lo han reclamado- creo mucho en la empatía; antes de juzgar, trato de ponerme en el lugar de los demás, intento comprender sus actitudes. Incluso me gusta pensar que algunas personas no son malas, sino que tienen malos momentos. Pero todo tiene un límite.

También soy de las que buscan conciliar, a mí no me gusta estar disgustada con nadie y no sé si sea defecto o virtud, pero siempre quiero estar bien con todos, cuando en realidad puede haber personas que no les interesa estar bien conmigo, aunque me cueste aceptarlo. Y eso de andar de mendiga, pues tampoco es bueno y hay que dejar algunas cosas por la paz.

Entonces…en esta búsqueda del equilibrio intento no ser ni una cosa ni la otra, ni tan mala ni tan buena, o a veces un poco de cada una, dependiendo de la situación.