Me faltaron vacaciones. Sí, ya sé que no tengo vergüenza, pero me gustaría una semana más. Ja.
Pero como sé que no es posible, mañana inicia mi rutina de nuevo.
Fue bueno escaparse unos días, fue bueno ver a parte de la familia, platicar, compartir deliciosa comida y gratos momentos. Aunque como he dicho otras veces, me queda un vacío de no llegar a esa casa en la calle Durango, un vacío que no lleno con nada.
Hicimos una breve parada en el mercado de Obregón, sé que mi familia lo hace por complacerme y es un consuelo para mí hacerlo, quizás algunos no entiendan ese apego por la tierra de uno, por su comida, por sus olores, por sus calles, pero a mí me gusta llegar, me siento en casa.
Será en otra ocasión que vea a mis hermanos, que volvamos a reunirnos, que pueda ir a Buenavista, que reviva mis recuerdos.
Pero también estoy contenta de estar en mi hogar, éste que he ido construyendo con los míos, el que en sus paredes ya tiene parte de nuestra historia; es una década ya la que hemos vivido en este pedazo de tierra que conoce nuestras costumbres, nuestras manías, nuestros gustos, nuestra intimidad, nuestros secretos…nuestros anhelos.