Dice Rafael Ayala: “Cómo decimos las cosas es muy importante. Digamos la verdad de manera correcta, la sinceridad no está peleada con la prudencia”.
Hace varios días me llegó un boletín de este motivador y conferencista (lo conocí, aunque nunca en persona, porque fue colaborador de la Revista Dominical del periódico Cambio un breve tiempo) y hoy entré a su sitio de internet: www.rafaelayala.net y me encontré con esa frase, entre una gran cantidad de textos que aparecen ahí.
Llamó de inmediato mi atención porque hace poco platicaba con una amiga sobre esto de la prudencia, de que a veces las personas por ser demasiado francas tienden a ser hirientes, o por ser demasiado prudentes no dicen lo que piensan.
También comentábamos de esas otras personas que no hablan ni expresan lo que sienten, simplemente comienzan a actuar diferente y no te queda otra mas que imaginar qué es lo que pasa por su mente, o lo peor, te cuestionas qué fue lo que hiciste tan mal para que su comportamiento cambiara tan drásticamente contigo, y a veces te quedas con la duda para siempre.
Creo que a muchos nos ha pasado, y quizás más de una vez, eso de querer regresar el tiempo y decir las cosas de un modo distinto. Y quieres borrar esas palabras, pero no se puede, por eso debemos detenernos a pensar un poco antes de pronunciar algunas frases de las que podamos arrepentirnos después.
Yo no tengo problema alguno con pedir perdón o perdonar a alguien. Sé que hay cosas que he dicho, actitudes y hechos que de mi parte no han sido justos en alguna ocasión; también he pasado por momentos muy tristes en los que me he sentido herida, lastimada, humillada y maltratada (aunque no físicamente) por la misma razón.