lunes, 15 de noviembre de 2010

Sobre el libro...


Acabo de concluir el libro “El amor en los tiempos del cólera”, una historia que podría rayar en lo inverosímil para algunos, pero yo no dudo que a alguien le haya pasado esto: amar casi toda su vida a una persona y lograr estar juntos en la última etapa de su existencia.

Pero no me gustó, he de confesar, el comportamiento de Juvenal Urbino con su amante Barbara Lynch, con quien tuvo una relación de cuatro meses. La infidelidad se da hasta a los hombres más devotos, como en este caso, y en matrimonios “estables”. Las causas son muy distintas: se enamoran nuevamente, crisis de la edad, son infelices, les falta más sexo, etc.

Tampoco me pareció apropiado el comportamiento de Florentino Ariza, que al parecer no dejaba cama sentida. Primero se mostró muy casto y después tuvo una lista interminable de amantes. Eso sí, decía amar a una sola mujer que no había sido suya y por la que suspiró por décadas. Pero la carne es débil, dirán algunos. O la justificación es que tenía que dejarse querer mientras le llegaba la hora de estar con Fermina Daza.

Una de sus últimas amantes fue casi una niña: América. A quien obviamente no le importó dejar en cuanto vio posibilidades de conquistar a la ahora viuda de sus sueños.

Los argumentos para dejar a alguien con quien ya no se quiere compartir un cariño, o la cama como en estos casos, son muy válidos, el problema de estos hombres —los personajes— es que fueron muy machitos para bajarse los pantalones, pero no los tuvieron bien puestos para hablar de frente con estas mujeres.

Juvenal decide, para bien, quedarse con la esposa, mantener un matrimonio de años y dejar atrás su romance fugaz. Pero nunca se acercó a despedirse, sólo mandó un regalo de consolación con su cochero. ¡Qué poca madre!

Y el otro, Florentino, decidió simplemente dejar de ver a su joven amante y alejarla con evasivas. Aquí también está muy justificada la ruptura tanto por la enorme diferencia de edades, incluso hasta por una situación de parentesco, en fin. El caso es que tampoco hubo explicaciones de frente. Más adelante la muchacha se suicida y él se entera mientras hace un viaje con el amor de su vida. ¿Se imaginan el remordimiento?

¿Por qué pasa esto? ¿Qué filosofía tienen algunos caballeros para tomar decisiones y asumir que todo está resuelto? ¿Para ellos la otra parte no cuenta?

Quizás no se acuerdan que también hay otra persona involucrada en la relación, con sentimientos hacia ellos. Creo que estas damas, por el tiempo dedicado a este amor se merecen que las vean de frente y les digan lo que piensan, lo que sienten o ya no sienten, que les expongan sus argumentos. Supongo que les dolerá, pero agradecerán el gesto de tener una despedida digna.

Ah por cierto, después de terminar el libro volví a ver la película. Y cosa curiosa, en la versión cinematográfica estilo Hollywood, Juvenal y Florentino sí hablan con estas mujeres. Ja.