martes, 15 de noviembre de 2011

Una dosis de felicidad


Estos últimos días ha habido de todo.

A pesar del cansancio crónico que me cargo, y que el café no me ha ayudado del todo últimamente —por eso retomé las vitaminas, espero sirvan de algo—, ha habido momentos muy lindos y placenteros.
Uno de ellos fue el concierto de la Orquesta Filarmónica de Sonora (OFS) en el Centro de las Artes de la Universidad de Sonora, en el que estuvo acompañada, nada más y nada menos que por Carlos Prieto, quien tocó el violonchelo de manera magistral y demostró porqué es un artista de talla internacional.
También estuvo el Coro de la Universidad en la segunda parte del concierto llamado "Homenaje a la Creación", y como dijo el director de la OFS, ambas agrupaciones por si solas son buenas, pero juntas hacen magia. Wow, se me enchinó la piel al escuchar el ensamble, y no muy lejos de donde estaba yo, se notaba que el chelista también disfrutaba la presentación.
Fui de último momento, pero valió tanto la pena.
Debo confesar que mientras Carlos Prieto interpretó una suite de Bach para violonchelo mi mente voló a muchas partes, lo disfruté bastante y me conmovió.

Por otro lado, este fin de semana tuve oportunidad de ver a seres queridos que hace tiempo no veía, a quienes me dio gusto abrazar y estar con ellos, aunque de manera breve.

También hubo momentos no tan agradables, el nublado de ayer causó algunos estragos, pero por algo pasan las cosas, y estoy aprendiendo que lo que no depende de mí, lo que no puedo cambiar, lo debo de aceptar y respetar, lo que quiero es estar en paz y que los demás estén en paz.
Por eso, no sólo me tomé las vitaminas hoy, sino una dosis de tolerancia, de comprensión, de amor y hasta de felicidad.