sábado, 12 de marzo de 2011

Martes de sushi



El pasado martes cené sushi, y el que viene, muy probablemente lo haré de nuevo. Para mí, para mi familia y algunos otros conocidos eso no es novedad.

En casa eso se ha convertido —desde hace más de un año—, en tradición, de algo que nos gusta hacer como familia, no sólo por el hecho de que sea una comida (o más bien cena) de nuestra preferencia, sino porque siento que es algo que nos une.

Al principio llegábamos Andrea y yo por él para llevarlo a casa, y me gustaba porque teníamos un momento para platicar de muchas cosas, sobre todo, de cómo le había ido en la escuela ese día… creo que ahí comenzamos a planear su fiesta de XV, entre muchos otros temas que pudimos haber tratado.

Y ahora, aunque hemos pasado a la etapa más cómoda de pedirlo a domicilio —por mis clases de zumba, he de confesar—, me encanta llegar a casa y que me estén esperando para cenar juntos. Me importa muy poco si me como de nuevo todas las calorías que acabo de quemar, lo importante aquí es que disfrutamos un momento en familia, y hasta Santiago, que antes no le gustaba el sushi, se ha vuelto fan de este platillo oriental (eso sí, le saca la vuelta a los camarones).

Es divertido planear las combinaciones, aunque algunas nos han salido desastrosas.

Me gusta esto. Es algo tan sencillo, que puede ser cotidiano, simple… y no sé cuánto dure, pero cuando sea el momento ya buscaremos otra actividad que pueda tenernos así, justo así como ahora…