Lo interesante hasta ahora, es que después de un hecho que marca su vida —la boda de su padre—, cuenta dos historias distintas. Por un lado, se queda con el papá, a pesar de que no tolera mucho a su madrastra; y por otro, se va a vivir a Guanajuato con la tía que la crío, ambas deciden marcharse en desacuerdo por la unión.
Y en eso estoy, leyendo de sus romances en la ciudad y en el campo, y no sé cuál es cierto y cuál no; o mejor dicho, son dos historias posibles en la vida de la protagonista que el autor relata de manera tal que no sé hasta ahora cuál prefiero para ella.
Además, Norma, al igual que su progenitor, es muy buena para jugar ajedrez, y algunas partidas se cuentan de forma tan interesante, que nos emocionamos, incluso, quienes no sabemos usar el tablero.