martes, 13 de septiembre de 2011

Rehilete

Qué emoción demostró la carita de Santiago cuando descubrió que su rehilete giraba mucho más fuerte si lo ponía frente a un abanico. No dejaba de sonreír. A veces le soplaba él, o me pedía a mí que lo hiciera, pero ninguno de los dos logra la intensidad de los giros que provoca el abanico, por eso su felicidad.