Esta semana por cuestiones de trabajo, y también por interés personal, conocí a dos personajes reconocidos, uno más que otro y uno mucho mayor que otro.
Ambos hablaron en el mismo foro, y ante un público muy similar. Y aunque los dos son talentosos en su profesión de abogados, en su trato personal uno dejó mucho que desear.
Decepciona bastante darte cuenta de que ciertas personas que destacan por su trabajo minimizan a sus semejantes y son maleducados, incluso con quienes los están escuchando como público y esperan recibir un aporte “sustancioso” —que malamente predican.
De qué sirve entonces ser reconocido si como seres humanos somos tan poco valiosos. Hay que buscar el equilibrio.
Pero ni hablar, existen diferentes tipos de personalidades y también debemos ser tolerantes —hasta cierta medida— para poder convivir con ellos.
Y aunque ahora señale estas cosas que percibí, y que no me parecen correctas, también caigo en cuenta que estoy mejor cuando no espero nada de nadie...