
Esperamos buen rato por la consulta, pero valió la pena. Mientras, nos relajó el paisaje campestre, la música clásica que se escuchaba en todo el lugar, ver pasar junto a nosotros pollitos y gallinas, estar cerca de un grupo de chivitos, pero lo mejor fue ver a Santiago sonriendo mientras tocaba al caballo y prácticamente se bañó junto con él.
Hubo varias sugerencias de parte de la doctora que nos atendió, mismas que querermos llevar a cabo por el bien de este lindo niñote.