Después de la tempestad viene la calma.
No sé a veces qué demonios se desatan y te hacen sentir tan mal,
quisiera, pero no siempre comprendo qué pasa,
te transformas en ese animalito,
que aunque pequeño, es feroz y quiere atacar, clavar sus garras,
defenderse de algo que no sabe qué es, que no entiende.
Pero luego, en cuestión de minutos, incluso segundos,
tu cielo se despeja, vuelve a relucir tu sol, tu rostro se vuelve a iluminar.
Mi cachorrito hermoso, aún debo aprender
que contigo no hay días iguales, cada uno implica un nuevo reto.
Lo mejor es cuando me ves a los ojos y descubro tu cariño,
o cuando me regalas esa sonrisa que embellece aún más tu cara.
Cuando me dejas que te abrace, te acaricie o te bese
quisiera detener el tiempo, alargar esos momentos,
los momentos más tiernos...